Habrás de aceptar lo que sientes para comprender que en ti estabas dando lugar a otro que ni bien ni mal te hacía.
Nuestro espacio jamás hemos de dar, pues, ¿dónde pondrías lo que es tuyo?
Con la pareja has de compartir, no suprimir; eso has de comprender.
Buscar conflicto para hacerlo más llevadero es crear un falso escenario para quedarte más tranquila. Pero volverías a errar pues lo que no se da es porque no debe ser, comprender que todo llega en el preciso instante en que uno está preparado, en eso te has de basar.
Tanto si es como si no, hasta que no se deba dar sin importancia lo vivirás.
Pues si se debe dar, te preocupas de un futuro que aún no llegó pues preparada no estás para él. Y si no se debe dar, te preocupas de más.
Encaminada estás, te queda integrar.
La sensación de vacío es peligrosa para muchos pues la intentan llenar con lo primero que se presenta.
Pero recuperar un espacio perdido es una escaramuza ardua.
Pues confiar de nuevo y llenarlo con uno mismo es complejo.
La desconfianza y el miedo de con qué se podría llenar, tarda tiempo en procesar.
Medita y piensa en qué puedes invertir el tiempo que dedicabas a ese pensamiento y busca llenarlo con algo que te haga feliz, por inverosímil que te pueda parecer, todo estará bien.
Cuando una pareja se forma cede el tiempo a compartirlo con la otra, no deja su espacio para llenarlo con la pareja, sino que ese tiempo es para ambos, el resto del tiempo es exclusivamente tuyo para y con tu propio ser.
Los demás te quitan tiempo no espacio.
Cuando comprendas tal anotación más fácil será abrir el corazón a otro para que comparta tu mundo.