Con el amor que todo lo llena queda impregnada cada esencia.
No sabrías decir cuantas almas ha tocado tu tierno corazón, pero sí, puedes ver lo que mueves a tu alrededor.
Esa magia, esa armonía que tú presencia transforma.
Nada es lo que parece, con el tiempo todos os daréis cuenta de que sólo empezáis a ver la punta del iceberg.
Incluso aquello que conocéis cambiará por completo.
Los personajes que afectan en nuestra vida los deberéis trabajar para evolucionar.
Aquello que dicen que uno está sentenciado, en realidad, es la influencia de energías que le han afectado en su camino.
Decide ver con los ojos de mujer sabia lo que tus ojos de niña temblorosa evitan ver.
¿Qué es verdad y qué es imaginario?
Nadie lo sabría decir.
Todo depende de nuestro filtro.
Averigua con qué gafas andas por la vida y descubre qué puedes ver.
Todos tenemos un papel que nos permite avanzar y formar parte de un conjunto.
Buscando cual es nuestro papel avanzamos para encajar en un puzle perfecto.
Nada es bueno, nada es malo, todo depende de los ojos con los que se mira.
Jugando de nuevo aprenderás cuanto puedes descubrir. Los mayores descubridores tenían la esencia del niño en su piel.
Niña siempre fuiste y casi te quitan ese don.
Pero los juegos permitieron que una parte quedara conectada.
Los niños saben mirar donde el adulto siempre pasa por alto. No sólo en el porqué de las cosas sino el querer buscar otra forma de andar, otro modo de mirar.
Confía en tu intuición y juega con tus manos para que tu cuerpo, recuerde y recupere, accediendo a esa energía infinita que actúa, crea y genera vida allí donde va.
Sin miedo, sabiendo que alguien más allá cuida de ella. Confiando en ti como mujer adulta.
Pues ahora sabes como has de andar cuando antes no sabías ni actuar.
¿Qué temes?
Un niño no tiene miedo porque no se centra en lo que puede suceder como negativo, es la diferencia, el enfoque que le damos.
Pasando tanto tiempo enfocados en todo lo que puede salir mal que no somos capaces de actuar como creadores.
Tienes las herramientas adecuadas.
La niña sabe jugar por donde el adulto olvidó, y el adulto sabe cuidar y atender donde la niña no sabe andar.
Tu intuición incrementará a medida que en ella confíes.
Olvida lo que tu ego pretende anunciar, pues busca que no vayas a andar por donde debes brillar.
Las enfermedades las creamos con nuestro pensar al buscar preocupaciones y enfermedad.
Nunca sabrás lo que puede pasar.
Confía cada día como si fueras indestructible y sé precavida para cuidar tu integridad a cada instante.
Con el equilibrio de ambas partes todo llegará.
Las luces en el camino se agradecen como una manta en un día de frío invierno.
Tan sólo hay que querer moverse para llegar a ella.
La mano extendida para que quien la necesite la pueda tomar.
Sólo un pequeño gesto hay que dar para levantarse y andar.
El orgullo nos impide aceptar la ayuda de alguien más, pues creemos que solos debemos obrar.
Y cierto es en verdad, pues solos caminamos, pero a nuestro alrededor ayuda tenemos, un equilibrio habla de dos partes sin una de ellas no puede existir por sí mismo.
Incoherente seria que una balanza midiera sin algo que le genere un pesar en su estructura.
Cuanto podríamos aprender si supiéramos escuchar, aceptar y agradecer.
Algo tan sencillo y complejo de seguir.
¿Quién dijo que fuera fácil?
¿Quién dijo que fuera difícil?
Si no creyéramos que rendirse es someterse y perder, lo veríamos de otro modo.
Sin pereza nos levantaríamos y andaríamos por el camino, y si evitáramos opinar sobre el modo de andar de los demás reduciríamos los condicionamientos a la mitad.
Un espíritu puro traviesa el velo sin percatarse, y viendo lo que hay tras su neblina es cuando la magia empieza a actuar.
Generando una sensación de bienestar, una sensación de sentirse en casa.